¿Y qué ha vuelto, siempre con la misma premisa: conseguir ofertas irresistibles? Lo has adivinado, Black Friday. O Black Days. O Black Week. O Black Month. En resumen, hay muchos nombres para las (mismas y cada vez más tempranas) promesas de descuentos imperdibles pocas semanas antes de Navidad. Pero, ¿merecen realmente la pena?

 

¿Qué es el Black Friday?

El Black Friday, un fenómeno que ha tomado al mundo por asalto, se ha convertido en un espectáculo anual de ofertas irresistibles y una auténtica fiebre de compras.
Se sabe que la primera edición tuvo lugar en la década de 1960 en Filadelfia, EUA., y que el término - Black Friday - fue utilizado por los agentes de la policía de tráfico para describir las enormes multitudes que creaban atascos al intentar llegar a las tiendas el viernes después de Acción de Gracias para iniciar sus compras navideñas.

Hoy, el Black Friday es aún mayor, con la llegada del comercio electrónico y su fiel compañero el Cyber Monday.

 

Las consecuencias reales del Black Friday

Lo primero es lo primero: el impacto medioambiental

No es ningún secreto que la industria de la moda, sobre todo la moda rápida, es una de las que más contamina y explota. Puedes imaginarte lo que ocurre el VIERNES NEGRO: todo empeora. El consumo excesivo hace que se fabriquen y envíen más productos a todo el mundo. Así que no te sorprenderá que te digamos que la huella de carbono durante el Black Friday aumenta en consecuencia, ¿verdad?

 

 

Pero el Black Friday no es sólo producción masiva y aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. La generación de residuos y la explotación de los recursos naturales también están en la lista. Y te contamos más:

¿Sabías que hay productos electrónicos y tecnológicos que se fabrican sólo para esta época del año, diseñados para tener una vida útil limitada? El resultado: nos vemos incentivados a sustituirlos con frecuencia.

¿Sabías que hasta el 80% de las compras del Black Friday se tiran después de un uso o ninguno?

 

El impacto social de Black Friday

No existe el Planeta B, no me canso de recordártelo. Sin embargo, el Black Friday no sólo tiene un impacto en el planeta en el que vivimos. También nos afecta a todos, empezando por los trabajadores que producen los bienes que compramos.

En esta época del año, el personal de las tiendas se enfrenta a largas jornadas de trabajo, haciendo frente a la intensa demanda de los consumidores. Esto provoca un cansancio extremo y afecta a su calidad de vida. Además, la presión que sienten los trabajadores para satisfacer las expectativas de los clientes y cumplir los objetivos de ventas puede crear un entorno de trabajo estresante y competitivo, que afecta a su salud mental. Para empeorar las cosas, añadimos el hecho de que las marcas subcontratan mano de obra en países donde se pagan peniques, privando a los trabajadores del acceso a un salario decente y a unas condiciones de trabajo seguras, atrapándolos en un ciclo inhumano de pobreza.